Leyendas de Tamaulipas
- Delia Haydee Camejo Cervera
- 22 ago 2015
- 7 Min. de lectura
1) La carreta que todos oían, pero nadie veía:
"Corría el año de 1968…
La noche cayó desfallecida sobre las empedradas calles del barrio de Cantarranas. No había más señales de luces que las luciérnagas como faroles diminutos, casi inapreciables. Apenas se escuchaba el trayecto del agua deslizándose por las piedras del río San Marcos, mientras los fresnos y sabinos dilataban su espeso follaje, y en el ambiente comenzaban a brotar el aire fresco. Al caer la tarde Don Félix Banda se despidió de Mencho el panadero, dirigiéndose a su casa ubicada cerca de la calle Melchor Ocampo. Era de no creerse. Por sí o por no, cerró bien los postigos de las ventanas y atracó las puertas con un barrote de ébano, sugiriendo a sus hijos que evitaran salir a esas horas “porque era noche de fantasmas”, al tiempo que se dispuso a escuchar en la radio El Monje Loco, su programa favorito que transmitían por la XEW. Poco antes de las once, cuando escucharon los ronquidos concluyendo que se había quedado dormido, los muchachos de Don Félix, con la despreocupada alegría de la juventud, salieron a platicar a la esquina de la cuadra desafiando las advertencias de su padre. “¿Fantasmas? Esos son cuentos de viejos rucos y de ignorantes”, comentaron, mientras veían el cielo estrellado y se espantaban los mosquitos, abanicando las manos, cerca del rostro. Cuando el reloj de la catedral del Sagrado Corazón anunció la media noche, los jóvenes, quienes se entretenían contándose historias y chismes, escucharon a lo lejos un sordo rechinido de carreta que golpeaba sus enormes ruedas metálicas sobre el empedrado de las calles. Luego invadió el ambiente un silencio sepulcral, mientras el viento dejaba de silbar y las ranas guardaron silencio. Entonces, prendieron sus linternas, y corrieron hacia donde se escuchaba la carreta, pero no vieron nada. Volvieron a la esquina y cuando se reponían del susto, a unos metros calle arriba, volvió el tétrico sonido pero ahora desplazándose rumbo a la panadería de Don Mencho, no sin antes retornar de nuevo la tranquilidad en aquél espacio apartado del centro de la ciudad. Sin embargo, esto no fue suficiente para atemorizar a los jóvenes deseosos de aventuras. Varias noches los hijos de Don Félix y sus amigos trataron de descifrar aquél misterio, ocultándose entre los cercos de nopales para evitar ser descubiertos, por quien suponían era un noctámbulo conductor que deseaba jugarles una broma… pero fue inútil. Únicamente se escuchaba el ruido de la carreta. Una tarde mientras comían, Don Félix les comunicó a sus vástagos: - No quisiera comentarlo, pero Mencho me platicó que la famosa carreta que se oye todas las noches pertenece a un señor que en 1938 fue asesinado a puñaladas por este rumbo, mientras acarreaba leña para sus panaderías. Desde entonces, el río San Marcos esta conjurado. Para colmo de males en ese tiempo sucedieron varios acontecimientos extraños. A Doña Albertina Reyes se le apareció un señor sin cabeza en el fondo de la noria, mientras intentaba sacar agua; y se asustó a tal grado que al correr a toda prisa tropezó cayendo sobre una nopalera. Bueno… eso es lo que dicen, por si o por no es mejor creerles. El caso es que la carreta siempre ha sido un misterio sin descifrar." (Taringa, 2013)
2)María Elena bailó con el Diablo en él salón de la Mainero:
"Cuenta la leyenda una de las más antiquísimas en Victoria de una joven llamada María Elena, originaria de esta ciudad perteneciente a una de las familias más conservadoras de la época, muchacha hermosa con toda la juventud por delante, pero reciamente educada con los preceptos morales de la época, en que las mujercitas no debían salir solas y especialmente por la noches. Resignada pero también convencida de que quedarse en su casa era lo mejor para ella, alejada de la mala influencia que acarreaban los bailes y esos lugares donde se podía perder la inocencia de su juventud, poco a poco se fue tornando en una muchacha seria y reservada; las amigas de María Elena preocupadas por su encierro y apatía, después de varios intentos fallidos logran convencerla de asistir con ellas a uno de los bailes celebrados en el Salón Mutualista, donde se organizaban los mejores bailes y se presentaban los músicos más destacados de la región. Insegura de su decisión, María Elena acudió con sus amigas al dichoso baile con la condición de que no bailaría ninguna pieza y regresaría de inmediato a su casa cuando el reloj marcara las 10:00 de la noche. Así pasaron las horas y sentada en un rincón observaba como sus amigas disfrutaban del baile y en otros momentos miraba con un poco de ansiedad el reloj, esperando el momento de salir del salón. Por unos instantes el tiempo pareció detenerse justo en el instante en que María Elena vio la mano extendida de un apuesto caballero frente a ella, su primer pensamiento fue ¿cómo llegó este misterioso caballero a colarse en la pista de baile, cuando ella no lo había visto llegar?. El hombre vestía un elegante traje blanco en conjunto de unos guantes del mismo color, su mirada y su seductora voz, atrajo la atención de la tímida muchachita de inmediato, que no pudo negarse ante la invitación de baile de tan distinguido caballero, sin duda el baile era una experiencia nueva para María Elena, pero no pasó mucho tiempo en que lograra acoplarse a su acompañante. Al llegar al centro de la pista, su acompañante le tomó del talle y sujetó suavemente su mano para empezar a bailar. Según la historia, iniciaron con un danzón, la impresión que le causó a María Elena, el porte de aquel hombre, le hizo olvidar el tiempo, había pasado más de una hora cuando se dio cuenta que ya estaba cercana a la media noche, por lo que decide por terminar el baile de manera abrupta y le dice a caballero que la disculpe, que tiene que irse porque no acostumbra a andar a altas horas de la noche fuera de su casa. Entonces le responde el caballero con la misma amabilidad que demostró en un principio: "No te preocupes yo puedo acompañarte a tu casa", ella se niega alegando que viene en compañía de sus dos amigas, sin embargo el hombre insiste de acompañarla a ella y a sus amigas, de nueva cuenta María Elena cae ante los encantos del hombre que acaba de conocer. Entonces salieron del salón de baile y se incorporaron a la calle oscura en lo que antiguamente se le conocía como la carretera nacional hoy Calle Juan B. Tijerina, avanzan y al llegar al puente del Río San Marcos, María Elena se empieza a sentir incomoda, se detiene y le dice a su acompañante que la deje hasta ahí, para ese momento las amigas ya se habían adelantado uno metros más; "él le dice tenme confianza, soy alguien de bien ya te lo he demostrado", la toma en sus brazos y con María Elena completamente seducida, se funden en un beso. Justo en el momento de aquel beso apasionado, María Elena empieza a sentirse muy débil al punto de quererse desmayar, según la historia, atrás de ellos se aproximaba un velador con su lamparita de marina que se usaba en aquel entonces y le pareció extraño ver aquella mujer joven sola en un estado de desequilibrio absoluto y de pronto ve que irremediablemente la joven está punto de caer al suelo y corre a ayudarla. Ya en el suelo el velador alumbra la cara de María Elena con su lámpara y con horror ve que la muchacha tiene la ropa desgarrada por la parte de la espalda como si un animal le hubiera dado de arañazos y sangre que le salía a borbotones de la boca y le pregunta: "¡Señorita! "¿Qué sucede con usted?", ¡mire nada como está!". El velador saca un pañuelo y lo humedece con un poco de mezcal para frotar la cara de la jovencita para volverla en sí, cuando vuelve a la realidad María Elena con la mirada llena de terror dice que solo recuerda el instante cuando aquel hombre la besó, para después ella perder el conocimiento. Sus amigas corren asustadas al verla tirada en el suelo, corroboraron la versión de María Elena, inmediatamente encontraron los guantes blancos de aquel hombre enigmático, casi carbonizados con un olor penetrante a azufre que se propagó por el lugar, ambas dijeron "esto no puede ser de este mundo, esto es obra del mismo demonio". El suceso aterrador que envolvió a María Elena se volvió una noticia impactante en los diarios de aquel tiempo, la prensa agobió tanto a la familia de María Elena que después de un tiempo, nadie volvió a saber de ella, algunos rumores señalan que se mudó a otra ciudad, otros que se encerró en su casa para jamás volver a salir lo que le restaba de vida." (El Gráfico, 2013)
3) El muerto que regresó:
"Solo el infinito amor entre dos personas, puede explicarnos uno de los más legendarios acontecimientos en la población de Mier, Tamaulipas, considerada de los lugares más antiguos de la entidad, ala orilla del Río Grande, -actualmente Río Bravo-, fundada por el colonizador don José de Escandón en 1753. A ese lugar también se le conocía como Paso del Cántaro¸ seguramente porque había depósitos donde los lugareños podían abastecerse de agua cristalina para el consumo doméstico de pobladores y misioneros religiosos del Colegio Apostólico de Guadalupe Zacatecas que en 1770 estaban a cargo de la evangelización de 101 indígenas conocidos como “Garzas”, quienes años más adelante se convirtieron en arrendatarios de tierras de cultivo o dedicadas a la ganadería, pues en esta región siempre ha sido muy próspera esa actividad. A lo largo de su historia, Mier ha sido testigo de importantes acontecimientos bélicos, desde la época de la independencia hasta la Revolución Mexicana, siendo en esta última etapa cuando se desarrolla la leyenda producto de la lucha armada a principios del siglo XX, un 24 de abril de 1913 cuando las huestes constitucionalistas tomaron la ciudad, resultando muerto Enrique del Villar, jefe de la aduana y otros personajes, entre ellos Manuel Barrera fusilado en el cementerio municipal, mientras el teniente Espiridión Salazar quien tenía al mando la tropa del Décimo Cuerpo Rural salió huyendo rumbo a Roma, Texas. Al respecto, cuentan que su viuda Martha Hinojosa Rodríguez el día anterior a la ejecución de su marido, soñó que éste se le apareció para sostener una charla sentimental con ella, prometiéndole que como se habían jurado amor eterno y alguno de los dos faltara, el sobreviviente vendría por su pareja para descansar eternamente unidos en el más allá. Al ser fusilado Don Manuel fue el primero en fallecer, por lo que aquella noche prometió a su cónyuge que a los tres meses regresaría por ella para reanudar su amor en el cielo. Y así fue, cumplido el plazo, una mañana muy temprano los sirvientes fueron a llevarle el desayuno a su patrona y cual no sería la sorpresa que al acercarse a la cama donde aparentemente permanecía dormida, la encontraron sin señales de vida. Como testimonio de su amor eterno, en la mesita de noche descubrieron una nota escrita con pluma de ave que decía: Espérame en el cielo corazón." (Taringa, 2013)
Referencias:
María Elena bailó con el Diablo en el salón de la Mainero. (2013). El Gráfico. Recuperado de: http://www.elgraficotam.com.mx/nota/16059.htm
Varias leyendas de Tamaulipas. (2013). Taringa. Recuperado de: http://www.taringa.net/posts/paranormal/16570580/Varias-leyendas-de-Tamaulipas.html
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